LO QUE NO SABEN DE ELLAS
LOS SECRETOS DE LA NOCHE LIMEÑA
Joven para el teatro pero basta experiencia en Nights Clubs. Así podemos catalogar, en primera instancia a Fernando Quispe Gamvini quien presentó oficialmente a la prensa su Opera Prima en el Teatro Canout de Miraflores.
La obra dramática muestra a través del texto escrito por el mismo Quispe, todo lo que se vive, entre clientes y trabajadores del Zafiro Night Club frente al escenario y fuera de él. Un libreto muy bien escrito e investigado sin duda, lo cual muestra el interés del director por comenzar en el mundo teatral llevando a escena una obra de su propia autoría.
Casi llena la platea, no hay programas de mano de la obra, un error de la producción pues se trata de un espectáculo vendido como GRAN SHOW TEATRAL: Quispe ha sabido rodearse de los mejor que existe en cada especialidad teatral: Arturo Chumbe a cargo de las coreografías muy limpias y sin disfuerzos, Mike Reátegui en la creación musical acorde con la pieza y Alberto Loli hombre de teatro que, sabemos, ha sido pieza clave en la realización de la puesta pues ha sido profesor del director.
Luces que se pudieron aprovechar mejor, se nota ausencia de diseño o de marcación directoral en este sentido. Eso lo nota hasta un principiante. Una escenografía, con un gran POLE DANCE al medio que es el protagonista de la obra, pero es indiscutible, para los que algo sabemos de teatro que no ha habido un estudio de lo que se ha presentado: Mucha inversión poco gusto: escaleras con mango de metal que parece aluminio, barra brillante de fórmica y contraste completo con unas mesas y sillas de segunda. Camerino sin iluminación adecuad, notamos “gasto” pero no notamos “diseño” pues se ha trabajado a manera de niveles, pero y no creo equivocarme, no ha habido “vestimenta escenográfica”: mucha inversión cuando se puede hacer lo mismo y con mayor gusto sin querer demostrar que se cuenta con dinero. Eso sin duda, es parte absoluta del diseñador(a) de la escenografía, persona que debe escoger materiales a usar y más: No leemos en el programa de quien fue la responsabilidad.
Pero ahora paso a las actuaciones: La falta de proyección vocal es un punto en contra en todo momento: Reconocidos actores como Carlos Thornton o con experiencia en el re-entré de Karla Casós muestran muchas dificultades en el uso del volumen. Se pierden las escenas porque no se les escucha. Casós solo cuando grita y camina tiene presencia escénica. El director ha debido sacar provecho de ello. Se nota desnivel actoral pero también esfuerzo por tratar de mantener una línea horizontal en las actuaciones: Sobresaliente Maricarmen Pinedo y Jorge Bardales: Es notable que ya han tenido varios escenarios en sus carreras. Emilio Montero impecable y las tablas de Jesús Delaveaux se notan, mucho grito en los personajes masculinos y gran desnivel en un vestuario femenino con masculino: Por lo menos las zapatillas rojas debieron variar.
El esfuerzo directoral es loable, el ingresar al mundo teatral recién egresado de una carera como es Comunicaciones es algo raro, por decir lo menos. En este aspecto bien merecido los elogios a Quispe Gamvini, ahora la pregunta es ¿seguirá en esta batalla? Eligió una sala grande, de las llamadas casi desaparecidas del medio (por lo grande y lujosa) y sabemos que el teatro en sí es un albur: Pero con amor a esta profesión, el dinero debe estar en segundo plano. Esperamos mucho más de este nobel director, que deseamos no desaparezca como tantos otros o se deje llevar los personajes mediáticos por el simple hecho de llenar una sala: Una cosa es segura, si sigue de la mano de los profesionales que lo han acompañado en este recorrido, estoy seguro que eso no ocurrirá, sería lamentable ver dirigir a Flor Polo o Maribel Velarde… por decir solo dos nombres.
Mario Del Carpio.
PD: “Vino de honor” dice la tarjeta y nunca lo hubo ¿fue para atraer público? El teatro no necesita de estos “ganchos” para atraer espectadores